Uno de los fenómenos más comunes que observamos en las dietas de larga duración es la tendencia de la curva de pérdida de peso a aplanarse. Una amplia gama de mecanismos homeostáticos son los responsables de esto. El estudio MATADOR tenía como objetivo proporcionar un enfoque diferente a las estrategias convencionales de pérdida de peso para aumentar la eficiencia de la misma y evitar posibles rebotes a largo plazo. Este estudio nos proporciona multitud de herramientas practicas y conocimiento teórico que extraer. ¿Es un protocolo de restricción de energía intermitente (IER) superior a una restricción de energía continua (CER) más «convencional»?

La hipótesis está servida, así que ahora supongo que tendrás que leer abajo para averiguarlo.

El estudio MATADOR fue uno de los primeros en abordar esta cuestión. El razonamiento detrás de la viabilidad de un IER reside en el potencial alivio fisiológico y psicológico causado por el retorno a las condiciones de mantenimiento energético de vez en cuando. Mantener a un sujeto en condiciones de restricción de energía durante un largo período de tiempo puede tener efectos perjudiciales tanto en su adherencia como en el cumplimiento del tratamiento dietético. Dado que las mencionadas anteriormente son variables clave para lograr una pérdida de grasa satisfactoria, la premisa de este estudio es bastante atractiva tanto para los investigadores como para los practicantes.

51 hombres que padecían obesidad se inscribieron en un CER de 16 semanas o en un IER de 30 semanas. Hubo un protocolo de estabilización de peso de 4 meses antes de la intervención para evaluar adecuadamente las necesidades calóricas de mantenimiento de cada individuo, así como un protocolo de 8 semanas después de la intervención donde los sujetos volvieron a condiciones de mantenimiento energético. La metodología de este estudio puede ser un poco confusa, por lo que la siguiente figura lo resume visualmente.


La magnitud del déficit en ambos grupos fue moderada (33% de restricción del gasto energético en reposo [REE]) y no se fomentó la actividad física, pero se vigiló inicialmente para atender adecuadamente las necesidades de mantenimiento basales

Con toda esta información en mente, veamos cuáles fueron los resultados: El grupo que siguió el protocolo IER perdió más peso que el que siguió un enfoque CER. También se puede observar una disminución más pronunciada de REE en el grupo de CER en comparación con el grupo de IER. Después del estudio, se hizo un seguimiento de los participantes para abordar los cambios en el peso después de un período de 6 meses de forma ad libitum. Ambos grupos aumentaron de peso, pero a pesar de que los participantes en el IER perdieron más, no mostraron una mayor tendencia a un ‘rebote’. Esto es bastante relevante ya que la mayoría de los estudios que examinan los efectos de una intervención de pérdida de peso frente a otra, carecen de la duración suficiente para observar posibles recuperaciones de peso en sus últimas etapas.

Entonces, ¿el IER es realmente superior a un enfoque convencional? Con estos datos a mano es bastante difícil no estar tentado de concluir con tal afirmación. Por lo tanto, examinemos los resultados un poco más de cerca.

La adherencia al protocolo es probablemente el factor determinante: La duración de la intervención no fue la misma en ambos grupos, aunque es bastante simple de entender que se hace por razones metodológicas (se necesita más tiempo para implementar períodos de mantenimiento energético de manera que el tiempo proporcional en la restricción energética sea igual entre los grupos). Además, aunque los autores estimaron las necesidades de mantenimiento de los participantes al principio del estudio, éstos perdieron algo de peso durante el período de 4 semanas basal, lo que nos hace preguntarnos si se cumplieron condiciones de mantenimiento energético reales en el grupo IER durante los períodos estimados, y si el método que utilizaron para estimar sus necesidades basales era lo suficientemente fiable. Además, en términos de cumplimiento, es mucho más fácil adherirse a una restricción severa (33%) combinada con mantenimiento de 2 semanas de forma cíclica, que hacerlo de manera lineal. El inconveniente aquí es que no tenemos datos sobre la adherencia dietética al protocolo de los participantes. También se pueden observar altas tasas de abandono (51 participantes comenzaron el estudio, pero sólo 27 lo terminaron), así que nuestra teoría a favor de la adherencia está empezando a parecer más sólida.

El siguiente gráfico representa los cambios de peso de los participantes a lo largo de la duración del estudio. Hablando a favor del IER, es cierto que el rebote de peso fue significativamente menor en este grupo, y la mayoría de los participantes en el grupo del CER recuperaron la mayor parte de su peso después de los 6 meses de seguimiento.


¿Qué hay de los cambios en la composición corporal? La pérdida de masa grasa fue superior en el grupo IER ya que la pérdida de peso fue mayor, y se informó que los cambios de masa libre de grasa fueron pequeños y similares entre los grupos.

¿Cómo podemos aplicar estos resultados en los atletas? No debemos olvidar que la mayor parte de la investigación en este área se realiza en poblaciones no atléticas como individuos con sobrepeso u obesidad, por lo que variables como el aumento de la actividad no relacionada con el ejercicio (NEAT) y un programa de entrenamiento estructurado podrían haber devuelto resultados diferentes para este mismo protocolo de estudio.

Teniendo en cuenta los valiosos datos que este estudio nos ha proporcionado, se puede implementar un protocolo de IER en sujetos en los que dos factores se cumplan: La adherencia al plan nutricional puede ser un limitante para seguir observando resultados en el medio-largo plazo y dicho protocolo se acuerde previamente con el paciente/cliente.

¿Y si usamos una proporción diferente para las pausas de la dieta? ¿Qué pasa si los sujetos se dedican con frecuencia a cualquier tipo de entrenamiento? ¿Y si se utilizara un déficit calórico más modesto en el CER durante un período de tiempo más largo? Espero que podamos encontrar la respuesta en futuras entradas de blog.

PUNTOS CLAVE

  • La restricción energética intermitente fue superior a la restricción de energía continua para la pérdida de peso y masa grasa.
  • La restricción energética intermitente también llevó a una menor recuperación de peso después de la intervención
  • Este estudio tuvo varias limitaciones, como la escasez de datos sobre el cumplimiento de los participantes (altas tasas de abandono) o la falta de actividad física o ejercicio notificados.
  • Ciertos atletas pueden beneficiarse de este enfoque para la pérdida de peso, con posibles resultados favorables en la composición corporal.

Referencias